domingo, 18 de mayo de 2008

LIBERACIÓN SEXUAL: ¿DONDE QUEDÓ EL AMOR LIBRE?

He estado haciendo una especie de “sondeo” entre mujeres y hombres acerca de cómo perciben ellos y ellas la presencia del patriarcado en sus vidas diarias, y de en que aspectos concretos notan esa opresión que para mí es tan visible pero que parece que no lo es tanto para la mayoría de ellos y ellas, y me ha sorprendido mucho un aspecto en concreto de lo que yo considero que es falta de conciencia de los problemas de género. Me refiero al tema de la sexualidad.

Copio y pego un comentario de una amiga, que me pareció sumamente esclarecedor:

“Otro punto importante es la redefinición de la sexualidad en femenino. En un mundo como el actual en que se ha liberalizado por completo el sexo, nos damos cuenta de que el modelo que se ha seguido en dicha liberalización ha sido, como era lógico suponer, el modelo dominante, o sea el masculino.


Ahora la presión que se ejercía sobre la mujer ha cambiado de signo, y si antes todo giraba en torno a la represión de la expresión sexual en la mujer por aquello del recato y "las buenas costumbres", ahora la presión se ejerce en el sentido de que para estar a la altura de los tiempos, una mujer liberada "debe" aceptar todo tipo de prácticas sexuales, tríos, intercambios de parejas, prácticas sadomasoquistas, porno duro, etc, etc... dando satisfacción a toda suerte de fantasías masculinas sin que antes se le haya preguntado a ella misma cuáles son de verdad sus deseos, sus elecciones, sus formas y modos de abordar el sexo desde su cuerpo/mente/ hormonas femeninas... Todo "debe seguir" el deseo sexual típicamente masculino... pero lo peor de todo: haciéndonos creer que "ese" es también nuestro deseo.”

Una amiga mía tiene un blog en el que cuenta las aventuras de su alter ego, una Femme fatale que se zampa a los hombres como bombones de esos de la Caja Roja (¿os acordais? “porque hoy es hoy…”) y eso me parece ilustrativo del cambio de roles en la sexualidad femenina, de cómo hemos dado ese paso que va de la “mujer decente” al perfil “Matta Hari”, y me entristece que no hayamos sido capaces de llegar a una sexualidad más libre, en la que el componente emocional y comunicativo estén presentes, en el que cualquier clase de dominación esté ausente, y en el que logremos trascender la mercantilización de los cuerpos a la que parecemos destinados en esta sociedad neoliberal que nos ha convencido de que todo, hasta los seres humanos, y nuestras relaciones, somos objeto susceptible de intercambio comercial.

En uno de sus post ironizaba sobre los problemas de erección, y contaba como mandaba al tipo de patitas a la calle porque no se le levantaba, y, aún sabiendo que lo que cuenta es ficción, que sólo es una forma de exorcizar demonios, me apenó constatar que para la mayoría de mujeres la “liberación sexual” no es más que la asunción de esos roles masculinos tan detestables como es el consumo de cuerpos como si carecieran de almas, como si de un mercado de la carne se tratase, con el respeto por el otro como la gran ausencia en esa cama que así vista parece ser espacio tan solo de fluidos y piel sin vida…



Y desde aquí reivindico el respeto, por nosotras mismas, dándonos el espacio para preguntarnos qué es lo que realmente queremos, cómo es nuestra sexualidad y de que forma estamos dispuestas a satisfacerla, y respeto por ellos también, para no sustituir un abuso por otro, porque el sexo sin amor no es más que carne muerta…

No hablo de amor romántico, no hablo de pareja, ni de enamoramiento, hablo de la belleza que entraña el tocar otro cuerpo, sentirlo dentro, sintiendo también el alma del que por unas horas es nuestro compañero, y sentir que para él también somos un ser que siente y no solo un cuerpo que suda… Creo que la mujer (y el hombre, si se desprendiera de esos estúpidos mandatos de género que también lo esclavizan) solo puede disfrutar realmente de la sexualidad desde el respeto, la comunicación, la conexión…, y es que al final, el ser humano es mucho más pleno en comunión con otros, en el sexo como en todo…
Frente al sexo libre reivindico el amor libre, en todas sus formas, porque solo desde el amor puede haber encuentro, y solo desde el encuentro podemos hallar paz.

¿Y no es paz lo que todos buscamos?



.............(a estos no les vendría mal un poco de amor libre... por el bien general!)

domingo, 4 de mayo de 2008

INSPIRACIONES: Angelina Grimké y el movimiento antiesclavista en EEUU


“Al dirigirse a audiencias que incluían a hombres y mujeres, Angelina Grimké, una propietaria de esclavos de Carolina del Sur que se había vuelto abolicionista, argumentaba que, sin derecho a solicitar una petición, las mujeres eran "simples esclavas conocidas tan solo a través de sus amos" . De mayo a noviembre de 1837, Grimké se dirigió a más de cuarenta mil personas en ochenta y ocho reuniones en sesenta y siete ciudades”.

Escribió: “Cuando veo a los seres humanos como seres morales, toda distinción de sexo se hunde hasta la insignificancia y la nada; pues creo que regula los derechos y las responsabilidades no más que el color de la piel y el de los ojos”. Creía que “todo lo que es moralmente correcto para el hombre, es moralmente correcto para la mujer” y que “hasta que este importante principio de igualdad no sea reconocido y llevado a la práctica… vanos serán los esfuerzos de la iglesia para hacer algo efectivo por la permanente reforma del mundo

Refiriéndose a ella y su hermana, y aludiendo a su participación activa en asambleas antiesclavista en las que participaban hombres, un pastor alertó: “está apartándose de la esfera que le corresponde y se hace molesta y desagradable” y una escritora las calificó de “detractoras con enaguas de su propio sexo”, de “casi hombres” y de “monstruos morales”.

“Las Grimkés eran peligrosas porque eran demasiado entusiastas. No eran sexualmente promiscuas, ni gastaban en exceso, ni eran vecinas cotilas ni amas de casa desaliñadas. Eran mujeres pías y sacrificadas que se movían por doquier con sus castas cofias cuáqueras. Sin embargo, como tantas otras mujeres que se portaron bien, decidieron obedecer a dios antes que al hombre.”



“En otoño de 1835, una turba interrumpió en una reunión de la Sociedad Antiesclavista de Boston, los que oficiaban la reunión dejaron de piedra a los que la habían interrumpido al seguir con su actividad como si nada hubiera pasado. Cuando el alcalde de la ciudad les instó a qe pospusieran la reunión por su propia seguridad, las mujeres se cogieron de los brazos, de dos en dos, mujeres blancas y negras juntas, y salieron a la calle sanas y salvas. Dicho incidente no fue más que un ensayo de un ataque mucho más virulento que tuvo lugar en Filadelfia en 1838. en aquella ocasión, cuando la turba las amenazó, las mujeres consiguieron salir a la calle utilizando la misma estrategia, pero aquella misma noche la muchedumbre regresó y quemó el nuevo edificio. Las mujeres concluyeron la reunión al día siguiente (…). Las líderes blancas anunciaron a la prensa que planeaban “expandir, no reducir, sus relaciones sociales con sus amigos negros”.





Extraído del libro
Las mujeres que se portan bien no suelen hacer historia”,
de Laurel Thatcher Ulrich

viernes, 2 de mayo de 2008

El Estigma

Me gustaría que si hay alguien ahí, leyera la entrada Je suis retournée de http://yodecidocuando.blogspot.com/
, sus reflexiones me parecen lúcidas y acertadas, y una vez más, el ciber espacio y sus conexiones me ayudan a sentarme a reflexionar sobre esos asuntos que me rondan la cabeza de forma dispersa…

Ser feministas, ¿nos sale gratis? ¿Cuál es el precio que hemos de pagar por mantener nuestra postura y nuestra identidad frente al mundo? Pese a que vivo en un país occidental, “desarrollado” y supuestamente a la cabeza de la civilización (perdone usted que me ría…), no dejo de constatar como se vapulean nuestras ideas y se ridiculiza nuestra postura desde todos los frentes, incluso desde las voces de los que son nuestros afectos. Medios de comunicación, políticos, señores y señoras culturetas, familiares y amigos, incluso los más “progresistas”, no ahorran esfuerzos en defender la causa del Tibet, o de mostrar su preocupación por el cambio climático, nos aleccionan con su compromiso hacia el pacifismo, y alardean de ser ejemplos de respeto a la multiculturalidad, del respeto a “lo diferente”, y entre esa ensalada de compromiso y progresismo de pancarta, nos hinchan los ovarios con sus comentarios fuera de lugar sobre el tema del feminismo, en un tono por lo general despectivo, y en general, demostrando una cabreante falta de criterio y de consistencia ética…

Porque para mí está claro que si te preocupan las torturas en Guantánamo, deberían preocuparte las torturas domésticas que sufren las mujeres maltratadas, o los asesinatos de Ciudad Juárez, si te preocupa la extinción de los simios, debería preocuparte el hecho de que en África las mujeres mueran acosadas por el sida o que las mujeres sean sistemáticamente violadas como arma de guerra; si te escandaliza el daño al planeta y sus bosques, deberías echarte las manos a la cabeza ante el abuso sexual y la pederastia en países como Tailandia, y si te preocupa el estatus de ciudadanos de tercera de los inmigrantes sin papeles, no sé como te cuesta tanto ver el estatus de ciudadanas de segunda que aún tenemos las mujeres en occidente (ya ni te cuento en otros lugares del planeta…).
En fin, la incosecuencia total bajo envoltura de racionalización y discurso lógico…

Que se pregunte: “¿Qué más queréis las mujeres?”, como si la tarea estuviese resuelta, o que se afirme que el feminismo “es una moda con vena masoquista”, deja traslucir una falta total de empatía, pues bastaría una mínima capacidad para ponerse en los zapatos del otro (de la otra, en este caso) para darse cuenta de todo lo que aún nos queda por andar, de todo lo que aún nos está tocando aguantar…

Si a la falta de empatía le sumamos los mensajes satanizantes de patriarcado, que se empeñan en aislarnos pintándonos como brujas perversas, entonces tenemos la típica visión de la feminista como esa mujer bigotuda, irascible y llena de resentimiento, que castraría a los hombres con una tijera oxidada y cuyo ego envenenado las motiva a querer dominar al hombre, machacándole la yugular bajo el zapato (no olvidemos que desde el patriarcado se alimenta esa visión de la mujer como controladora, absorbente, celosa, envidiosa, falta de objetivos vitales e incapaz de tejer hilos sanos que la conecten con el mundo desde la colaboración y el espíritu de comunidad… “las mujeres sois lo peor entre vosotras, sois vuestras peores enemigas…” y bla bla bla).

Confieso que la presión social hizo mella en mí durante algún tiempo, y traté de encajar en los esquemas sociales, intentando armonizar mis principios con el estilo de vida de esposa y madre “perfecta”, pero llegué a la conclusión de que ambos son incompatibles, por lo menos de momento, y prefiero esta soledad no tan sola, a vivir negándome y vejándome por unas migajas de aceptación. Creí que así ganaría un poco de paz, pero es ahora cuando la he logrado.

Y me apena que, pese a que todos saben de qué color es esta hembrita que os habla, éste sea un tema que tengo que mantener medio tabú, no tocarlo con según qué personas, en aras de la armonía familiar y amistosa, relegarlo a la categoría de “intimidad”, porque si mostrase mi punto de vista cada vez que surge una ocasión, andaría como Juana de Arco, todo el día en pie de guerra, y es cansado, muy cansado. Así que asumo como necesario ir dosificando las batallas y ganar energías para mi tarea cotidiana, dejando mis esfuerzos para el día a día y mi vivencia del ser mujer en cada minuto, abandonando la dialéctica en pro de mi salud mental, aunque me pese. Se hace camino al andar, confío que manteniéndome en mi centro, desde mi honestidad y en mi esfuerzo diario por emanciparme y empoderarme, lanzaré mi humilde mensaje al mundo, para quien esté abierto a escucharlo, que las palabras, al fin y al cabo, se las lleva el viento…