viernes, 2 de mayo de 2008

El Estigma

Me gustaría que si hay alguien ahí, leyera la entrada Je suis retournée de http://yodecidocuando.blogspot.com/
, sus reflexiones me parecen lúcidas y acertadas, y una vez más, el ciber espacio y sus conexiones me ayudan a sentarme a reflexionar sobre esos asuntos que me rondan la cabeza de forma dispersa…

Ser feministas, ¿nos sale gratis? ¿Cuál es el precio que hemos de pagar por mantener nuestra postura y nuestra identidad frente al mundo? Pese a que vivo en un país occidental, “desarrollado” y supuestamente a la cabeza de la civilización (perdone usted que me ría…), no dejo de constatar como se vapulean nuestras ideas y se ridiculiza nuestra postura desde todos los frentes, incluso desde las voces de los que son nuestros afectos. Medios de comunicación, políticos, señores y señoras culturetas, familiares y amigos, incluso los más “progresistas”, no ahorran esfuerzos en defender la causa del Tibet, o de mostrar su preocupación por el cambio climático, nos aleccionan con su compromiso hacia el pacifismo, y alardean de ser ejemplos de respeto a la multiculturalidad, del respeto a “lo diferente”, y entre esa ensalada de compromiso y progresismo de pancarta, nos hinchan los ovarios con sus comentarios fuera de lugar sobre el tema del feminismo, en un tono por lo general despectivo, y en general, demostrando una cabreante falta de criterio y de consistencia ética…

Porque para mí está claro que si te preocupan las torturas en Guantánamo, deberían preocuparte las torturas domésticas que sufren las mujeres maltratadas, o los asesinatos de Ciudad Juárez, si te preocupa la extinción de los simios, debería preocuparte el hecho de que en África las mujeres mueran acosadas por el sida o que las mujeres sean sistemáticamente violadas como arma de guerra; si te escandaliza el daño al planeta y sus bosques, deberías echarte las manos a la cabeza ante el abuso sexual y la pederastia en países como Tailandia, y si te preocupa el estatus de ciudadanos de tercera de los inmigrantes sin papeles, no sé como te cuesta tanto ver el estatus de ciudadanas de segunda que aún tenemos las mujeres en occidente (ya ni te cuento en otros lugares del planeta…).
En fin, la incosecuencia total bajo envoltura de racionalización y discurso lógico…

Que se pregunte: “¿Qué más queréis las mujeres?”, como si la tarea estuviese resuelta, o que se afirme que el feminismo “es una moda con vena masoquista”, deja traslucir una falta total de empatía, pues bastaría una mínima capacidad para ponerse en los zapatos del otro (de la otra, en este caso) para darse cuenta de todo lo que aún nos queda por andar, de todo lo que aún nos está tocando aguantar…

Si a la falta de empatía le sumamos los mensajes satanizantes de patriarcado, que se empeñan en aislarnos pintándonos como brujas perversas, entonces tenemos la típica visión de la feminista como esa mujer bigotuda, irascible y llena de resentimiento, que castraría a los hombres con una tijera oxidada y cuyo ego envenenado las motiva a querer dominar al hombre, machacándole la yugular bajo el zapato (no olvidemos que desde el patriarcado se alimenta esa visión de la mujer como controladora, absorbente, celosa, envidiosa, falta de objetivos vitales e incapaz de tejer hilos sanos que la conecten con el mundo desde la colaboración y el espíritu de comunidad… “las mujeres sois lo peor entre vosotras, sois vuestras peores enemigas…” y bla bla bla).

Confieso que la presión social hizo mella en mí durante algún tiempo, y traté de encajar en los esquemas sociales, intentando armonizar mis principios con el estilo de vida de esposa y madre “perfecta”, pero llegué a la conclusión de que ambos son incompatibles, por lo menos de momento, y prefiero esta soledad no tan sola, a vivir negándome y vejándome por unas migajas de aceptación. Creí que así ganaría un poco de paz, pero es ahora cuando la he logrado.

Y me apena que, pese a que todos saben de qué color es esta hembrita que os habla, éste sea un tema que tengo que mantener medio tabú, no tocarlo con según qué personas, en aras de la armonía familiar y amistosa, relegarlo a la categoría de “intimidad”, porque si mostrase mi punto de vista cada vez que surge una ocasión, andaría como Juana de Arco, todo el día en pie de guerra, y es cansado, muy cansado. Así que asumo como necesario ir dosificando las batallas y ganar energías para mi tarea cotidiana, dejando mis esfuerzos para el día a día y mi vivencia del ser mujer en cada minuto, abandonando la dialéctica en pro de mi salud mental, aunque me pese. Se hace camino al andar, confío que manteniéndome en mi centro, desde mi honestidad y en mi esfuerzo diario por emanciparme y empoderarme, lanzaré mi humilde mensaje al mundo, para quien esté abierto a escucharlo, que las palabras, al fin y al cabo, se las lleva el viento…

3 comentarios:

sinseso dijo...

dale, sigue, habla tranquila.

como en tantos conflictos humanos, en la lucha por la igualdad de géneros hay mucho por hacer y por decir.

aunque se las lleve el viento, me gustan tus palabras y me dan muchas ganas de conocerte ... ¿cómo serás?

librepeseatodo dijo...

sinseso... idem. algún día chikilla, estoy segura...

abrazo!

Dolores Latorre dijo...

Me ha encantado lo que has dicho.

Para algunas nos es y ha sido duro y caro ser feministas, para otras pocas privilegiadas no lo será tanto. Puedes defender que eres ecologista, socialista, vegetariano, católico, humanista,etc, pero decir que eres feminista es un gran riesto. Hasta a las propias mujeres les choca cuando manifiestas abiertamente "soy feminista", como si estuvieses traspasando una barrera o unos límites que no se deben traspasar.

La tendencia es a interpretar el feminismo como una ideología radical, fundamentalista y cerrada, cuando no tiene nada que ver con eso. Pero tal vez la gente habla e interpreta desde la ignorancia.