miércoles, 6 de febrero de 2008

LA DIFERENCIA

Siempre me intrigó el porqué de la diferencia entre los hombres y las mujeres, me importaba el debate porque así podría lograr discernir como trascender esa diferencia, si es que era posible...

Por resumir, diré que llegué a una solución intermedia entre naturaleza y cultura, considero que lo cultural y lo biológico se retroalimentan, de forma que si un patrón cultural se repite lo suficiente, acaba transmitiéndose genéticamente a la especie, o por lo menos a los sujetos que viven en un ecosistema que se vea influenciado bajo esas mismas pautas sociales...

No soy científica, ni mucho menos, pero a la observación me remito.

Los niños son socializados en el logro, las niñas en lo emotivo, y en lo comunicativo, así desde hace siglos de siglos, ahora, en pleno siglo XXI en occidente, pese a la supuesta liberación femenina (de la que aún queda mucho por andar...) los niños aprenden a hablar más tarde que las niñas, son más competitivos, y las niñas comienzan a hablar mucho antes y son más empáticas. ¿Porqué? por eso mismo, porque sus cerebros están "especializados" en una u otra tarea, según toda la evolución histórica que se ha ido modelando en lo biológico a través de lo cultural.

Entonces... ¿cabe esperar que los hombres de una generación concreta evolucionen a un ritmo más rápido de lo que en biología sería razonable? ¿cuantas generaciones de educación y socialización son necesarias para cambiar un patrón de conducta tan sumamente interiorizado (desde los genes)?

Tengo un hijo varón, me hago estas preguntas porque para mi supone un tema clave el lograr contribuir a su desarrollo de forma armónica, en todo lo posible, y eso pasa por no hacer de él un macho degenerado, como muchos de sus congéneres (en sentido literal) pero sin coartar su masculinidad natural, sea la que sea...

Y me digo a mi misma, ¿y donde está el equilibrio? a falta de referentes claros, busco a ciegas un patrón masculino que me convenza, y como no lo encuentro, me limito a hacer lo único que está en mi mano, procurar estimular en él los rasgos que tradicionalemente atribuidos a lo femenino, así como respetar aquellos que podrían calificarse de masculinos, para que él mismo logre su equilibrio, y como todos los demás, se construya. Y así juega mi niño, un rato lo pasa bañando a su bebé y dandole la papilla y otro pateando el balón y arrastrando camiones... Y no, no creo que esté yendo contra su naturaleza ni lo esté "castrando" porque me prepare tortillas invisibles en su cocina de plástico...

Últimamente vivo en un mundo eminentemente femenino, apenas me relaciono con hombres, no es una elección pensada y decidida, digamos que ahora no me siento sintonizada con los hombres que tengo a mano, y añoro encontrar hombres que sean hombres y no machos, compañeros (no hablo de pareja) con los que vivir los días que van tocando, respetando su diferencia, respetando ellos la mía, sin jerarquías, sin opresión, sin resentimiento.

El hombre me ha defraudado, ojalá mi hijo me vaya enseñando que no todos son involucionados por naturaleza. O mejor, ojalá encuentre alguno que me devuelva la fe, porque perdiendo la fe en el hombre, también voy perdiendo poco a poco la fe en el ser humano, y eso si que no.

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